A todos nos
sorprendió saber que la avioneta donde viajaba el Secretario de Gobernación se
había ido a estrellar a la Sierra Tarahumara. Sobre todo, a unos meses de que
el Presidente Enrique Roca Nieto pactara con los cárteles un cese al fuego.
Dicen que al conocer la noticia, Roca Nieto se encerró a llorarle por dos
horas, y que sólo salió de su habitación en Los Pinos, porque su equipo lo
forzó a viajar al lugar del accidente.
En la Sierra de
Chihuahua ya esperaba la prensa. El paso al lugar estaba restringido por
elementos de la Agencia Federal de Paz y Seguridad, formada por ex agentes de
la SIEDO y narcotraficantes redimidos.
Apenas llego el
presidente, fue conducido al lugar donde yacían los restos carbonizados de la
avioneta, junto a la mancha negra de lo que alguna vez fue flora silvestre. Roca
Nieto no soportó la impresión y sin responder pregunta alguna, delegó a su
vocero la responsabilidad de hablar con la prensa. Alfredo del Martillo, el
vocero, se dirigió escuetamente a los reporteros, sólo para decirles lo que ya
sabían: que en efecto, se trataba de la avioneta donde viajaba el Secretario de
Gobernación, Emilio Chaufé, junto a la masajista, el barman, una mesera y dos
pilotos; que el presidente estaba consternado, que era un día de luto.
Un día después,
el procurador de justicia, Eduardo Bachoco, daría la versión oficial. “Fue una
falla mecánica. Los pilotos fallecieron
como héroes”.
Sin embargo y
como era de esperarse, las teorías de la conspiración brotaron por doquier.
Algunos pensaron que se trataba de un ataque de algún cártel excluido en la
negociación. Algunos más argumentaron que se trato de un boicot realizado por
el Estado Mayor Presidencial. El momento chusco lo puso la Senadora por
Guanajuato, Mirtha Sahagún, quién comentó que no podía excluirse la información
que proporcionaban los códices mayas, que recordáramos que el 2012 era un año
místico; fue reprendida por el líder del Senado, Marcelo Ebrard Casablanca,
quién en un arrebato de prudencia le solicitó que dejara de decir tonterías.
El SEMEFO, sólo
proporcionó datos para la nota sensacionalista, los tripulantes fueron
reconocidos por algunas piezas dentales que no se carbonizaron por completo. El
caso de Chaufé fue diferente, de él se encontró un brazo cercenado a varios
cientos de metros de la chamuscada. Nada más.
El funeral fue
de lo más solemne. El momento más conmovedor llegó cuando la Gaviota, con voz
partida, entonó, es decir, cantó el himno nacional.
La silla de
SEGOB quedó vacía casi un año. Nadie se animaba a suplirla. Con el tiempo llegó
el olvido y del avionazo sólo quedó el 2 de diciembre, nombrado por la cámara
baja, Día Nacional de los accidentes aéreos.
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Viene a cuento
recordar lo que sucedió porque, justo ahora, más de cinco años después del
accidente, he venido a toparme con una sorpresa que, de saberse, podría ayudarme
a impulsar mi hasta ahora opaca carrera como periodista.
Hace un par de
semanas, fui comisionado a un reportaje cultural sobre los Tarahumaras, sus
costumbres y su organización. Vaya impresión la que me lleve al encontrarme con
un habitante de cabello cano, piel blanca y un solo brazo… era el secretario
Chaufé. Lucía visiblemente más delgado y su mirada proyectaba una paz que en
toda su carrera política nunca mostró, además en sus pies descalzos se
vislumbraban callos. Quise saber su historia.
Me costó gran trabajo
ganar la confianza de los Raramuris, al final accedieron a hablar conmigo,
aunque para ello tuve que despedirme de mi cámara y mi grabadora.
El día del
accidente hubo uno que sobrevivió, desprendiéndose de sus ropas y con serias
quemaduras en el cuerpo, a punto de desangrarse por perder el brazo, caminó
hasta desfallecer. Por el camino donde el sobreviviente cayó, un grupo de
Raramuris transitaba, al saberlo con vida, decidieron llevarlo con ellos. Una
vez con la tribu, fue sanado, aunque pasó muchos días entre la vida y la
defunción. Finalmente logró vencer a la muerte, aunque su cerebro se desprendió
de todo recuerdo.
Con los
Tarahumaras aprendió, de nuevo, a vivir. Aprendió sus costumbres y su idioma
como si fueran los suyos. Tiene una nueva vida y en esa vida es feliz. Muy
feliz.
Lástima que no
tenga como probarlo.
(imagen: bibliocad.com)
2 comentarios:
Muy linda, al principio me recordó las narraciones de "Catín" jaja pero el final me hizo feliz, como siempre. Gracias!
Mina Jané
Muy bueno, una excelente fotografía del virtual elenco político para el año próximo. Personajes viejos que conocen más que bien la casa de Bucareli, los tratos que gracias a la posición privilegiada e importancia política se pueden avalar por un sello de casa.
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