viernes, 26 de noviembre de 2010

Andando la trama con Jorge Drexler



Por Jorge Alonso

Para una Baronesa Rampante

Noche fría. Noche de noviembre. En el centro de la Ciudad de México hay farolas que no encienden. Noche fría y algo oscura en el centro del DF.

En los alrededores del Metropolitan la actividad empieza a morir. Cierran las tiendas. Acaban la jornada los vendedores de comida y la gente vuelve al metro Juárez. A contrasentido, poco a poco, otro grupo de gente camina. Son las ocho y la gente ya hace fila, justo bajo las enormes letras que en el teatro anuncian: JORGE DREXLER

Afuera revendedores, camisetas con la silueta del uruguayo, aquella que fue imagen del albúm Cara B.

Adentro el imponente auditorio. La enorme construcción de los años 40´s. Las imágenes fantasmales de las proyecciones de cine de antaño. Aquí el vértigo que causa la acrofobia - o viceversa-, el público a punto de llenar el lugar, los discos originales, las palomitas antes del concierto y un joven con jersey del Pumas. Ya después, cuando llegue el desenlace, sabrá que el Monterrey jugó a empatar y lo logró: 0-0; pero ahora a concentrarse en la poesía, en la música. Y si había aun algún distraido, todo cambiaría cuando, pasadas las 9, Jorge apareciera cantando "Todos a sus puestos".
Ya estaba, ya estábamos andando la trama.

Andando su historia, la del cantautor sudamericano que regresaba al DF, que tocaba su primer Metropolitan, que daba "el concierto más importante que haya dado en México", visiblemente emocionado y rodeado de una gran banda de ocho músicos, cantaba y reía Drexler.

Hay mucho más público que hace ocho años en El Péndulo. Comentaba el músico, consiente del paso de los años. Todo se transforma. Y transformado no dejo de sorprender por la construcción de las canciones, que aderezadas por los amigos músicos (de Italia, España y Argentina) que lo rodeaban en semicirculo, lucían nuevas, como los regalos de esas fiestas especiales. Así fue Se va, se va, fue. Interpretada en esta ocasión, en una curiosa versión tango. Cálida versión, cómo el abrazo que recibió el ganador del Oscar, que no aguanto muchos minutos con el saco negro que portaba al inicio del show y tuvo que dejarlo de lado, para lucir camisa blanca y corbata roja.

Cómo un músico, sin aparecer en la radio, puede provocar tanto desabrupto en la audiencia, es algo dificil de explicar. En más de una ocasión, improvisando versos, Drexler pidió silencio. "Llegó el momento en que participen y donen un poco del tiempo de vida de las baterías de sus celulares" pidió, y las lucecitas azuladas se volvieron Noctilucas y brillaron, como hace 5 años esas luciernagas de mar alumbraron el Cabo Polonio, donde nació el álbum 12 segundos de oscuridad.

Decidido a pasarla bien, Drexler jugaba. Jugaban también Campi, Matias Cella y el resto de los músicos, que se vovieron más que secundarios el concierto. También ellos arrancaron aplausos emocionados, como en el momento en que con solo una marimba y a seis manos, los "marimboys" -como los bautizó Drexler- tocaron el tema "Aquellos Tiempos", del disco Frontera. Entre giros y juegos de los cuatro músicos.

Y de lo acústico de la marimba, Jorge Drexler llevó al publico a la experimentación sonora.. Loompers, guitarras, juegos de luces, volumen a fondo, gritos, y mucha poesía. Disneylandia. Canción que se apropió a un nivel impresionante.
El sonido envolvió, saturó sin chocar, provocó la explosión de los capitalinos y lo repitió en una versión eléctrica de La Edad del Cielo.

Qué más gustos podía darse el autor de cientas de canciones. Tal vez tomar un tequila en pleno escenario, cantar Soledad sólo, con su guitarra; o tener el descaro de intentar una ranchera de cuatro días, "si no la canto ahora no lo haré nunca" y la cantó, Madera de Deriva.

La trama dio paso al desenlace. Tenía que llegar. Tenían que ser Sea y Todo se Transforma. Tenia que haber Metropolitan de pie. La gente debía irse y esperar que Drexler vuelva pronto. Tal vez no sea tan pronto. Tal vez la próxima ocasión sea en otro cine, en la película en la que Jorge Drexler actuará para Daniel Burman. Quién sabe.

"Yo solo se que hice un alto en el camino y hoy me quedaría, por siempre, a tu vera"