martes, 8 de junio de 2010

El joven y la Coca-Cola


No le pregunte su nombre. Tenía una playera tipo polo de rayas horizontales blancas y rojas, era de estatura media, robusto, joven y en la cara tenía un lunar que parecía cicatriz; su cabello no se veía debido a la gorra roja que cargaba.
Lo conocí en el puesto de tortas "Los Abuelos", afuera del metro Salto del Agua. Cuando yo llegué él ya estaba sentado y el tortero le daba una de milanesa con quesillo; por mi parte, pedí una sencilla de salchicha, como tengo acostumbrado.

El primer incidente en común, además de que ambos comíamos tortas, fue el momento en que ambos volteamos a ver a una chica muy guapa de jeans y blusa verde que platicaba con don tortero. Nada más.

Los que me conocen saben que, salvo sus raras excepciones, no tomo refresco. Que pida una torta y no la acompañe con bebida no es raro en mí. Él no lo sabía. Mientras ambos comíamos nuestras respectivas, pidió un refresco para él y una Coca-cola para mí. Nunca me dijo nada, solo me invito una Coca-cola. Yo casi no tomo refresco, pero acepte.

¿Por qué un sujeto que en la vida he visto y que seguramente nunca volveré a ver en esta enorme ciudad pagó un refresco para alguien que ni lo volteaba a ver? No lo sé. Tal vez era gay y le gusté. Tal vez le recordé a un amigo lejano, a un hermano querido o tal vez no. Tal vez era un Scout haciendo su buena acción del día. O tal vez solo pensó que yo no tenía dinero para acompañar con un chesco mi torta y simplemente pensó que era bueno pagarlo por mí.
Como haya sido. La pequeña acción de este joven, cuyo nombre no pregunte, resulto una sorpresa enorme y una bocanada de aire de esperanza para este tigre callado que deambula sin mucha por esta ciudad y que con detalles como este vuelve a creer que una mejor es posible.

1 comentario:

Kary dijo...

jejejejeje
ahyy tigre calladooo
tus ideassssssssss

jejejeje

que padre ;)

Si hay gente lindaa =)
Tú eres de esas
y no estas solo, hay muchos.