viernes, 4 de junio de 2010

La tumba de las luciernagas.



Hay preguntas a las que parece, nunca les encontraremos una respuesta.

¿ Por qué se mueren tan rápido las luciérnagas?

La vida es hermosa. Nos regala el aire, el agua, mamás, papás, hermanitos. Pero algún algo, cruel, nos puede cambiar la vida en un segundo.

¿Cómo podía saber Seita, que la estupidez de una guerra le arrebataría a su padre; que un imbécil bombardeo le robaría a su mamá y su infancia moriría de tajo por culpa de unos señores que nunca lo conocieron?

No podía. Porque era solo un niño. Un niño que se tiene que enfrentar a una nueva vida, menos noble, pero que tendrá que aprender a domar si quiere sobrevivir. No por él, por Setsuko, su hermanita de 5 años. Ahora él es el hermanito, el padre y la madre de la pequeña.

El tendrá que alcanzar la madurez necesaria para… un momento ¿madurez? ¿Cómo carajo pedirle a un niño que madure? A un niño que tendría jugar por las tardes, que asistir al colegio donde yacen los cuerpos heridos, o muertos, de otras muchas víctimas de los bombardeos de la segunda guerra mundial.
No, esos niños no tendrían por qué madurar.

Los niños deberían ser niños y los adultos, sus policías, sus bomberos, sus padres, sus escudos. Un niño no tendría por qué “madurar” en las filas de la guerrilla colombiana.
Un niño no tendría por qué “madurar” en la franja en eterna pelea de Gaza.
Un niño no tendría por qué “madurar” viendo descabezados afuera de su escuela en México
Un niño no tendría por qué “madurar” en las mafias de las favelas brasileras.
Un niño no tendría por qué quemarse en una guardería subrogada del Hermosillo.

Pero pasa.
Porque la estupidez humana lo permite. Aunque no debería ser así.

¿ Por qué se mueren tan rápido las luciérnagas? Pregunta la pequeña de cinco años a su hermanito.
¿Por qué tiene que morir un niño en nuestras guerras? ¿Por qué siguen muriendo niños por nuestro odio, por nuestra frustración, por nuestra irresponsabilidad, nuestra imbécil ambición? No sé.

Pero si se que nos toca a nosotros luchar por que algo así nunca vuelva a suceder. Para que al final nuestras canciones pervivan y volvamos a cantar por el hogar de nuestros recuerdos, victoriosos por lograr que cada niño sea respetado y VIVA. Y al final no tengamos que cavar tumbas para nuestras luciérnagas muertas.

1 comentario:

alex dijo...

¿qué pasa? no estoy de acuerdo, es cierto tigre callado que los niños son niños y así deberían permanecer.
Pero te has dejado de lado todo el mensaje de la película.
Estás comparando temas distintos.