jueves, 26 de abril de 2012

El beso espera (relato)




"Tendré que esperar que pase el huracán"

Alejandro Santiago

Acarició suavemente una porción de cabello, asegurándose de rozar con el dorso de la mano la mejilla de ella. Ella trasladó todo el sentido del tacto a esa porción de rostro. Él soltó su cabello y giro la muñeca para tomar el cuello, tocó de a poco mientras la yema del pulgar jugaba con el lóbulo de la oreja. Acercaron sus frentes. Él respiró profundo, pero despacio. Ella dio el último paso, uno pequeño para acomodarse por completo para él; levanto suave el cuerpo con las puntas de los pies aunque ni así llegara a su altura. Él cerró los ojos y mordió muy quedito el labio inferior. Ella cerró el superior para besar la boca de él; dentro de sí, suspiró. Él extendió su brazo en la cintura de ella y se sintió completamente, totalmente enamorado; su corazón palpitó en aquel momento con mayor intensidad. El corazón de ella, en cambio, latió más despacio. Él tocó su espalda para encontrar el pulso. Ella amplió el ángulo de su cuello, como pidiendo un favor al aire. Fue entonces que él abrió los ojos y la vio; la vio preciosa, única, viajante, desconcentrada, extrañante, ajena,  preciosa… ajena. Ella besaba pensando en un él que no era él. Él lo supo y desenredó el nudo que empezaban a formar; la soltó. Ella lo miró con la cabeza baja, preguntándose si estaba descubierta. Él no miraba nada. Ella regreso al lugar y al momento e intentó besarlo de nuevo, buscó sus labios, aunque buscaba otros. Él recibió su boca, sintió resecos sus labios; siempre lo estuvieron, pero nunca le había importado. Ella presionó con las yemas de sus diez dedos la espalda de él. Él enterró los cinco de la mano derecha en el cabello de ella. Ella prestó atención en el sabor de la saliva que entraba a su boca. Él imaginó que besaba a otra, en una especie de revancha que no funcionó. Ella se sintió extraña, como si besara a otra persona y no a la misma que venia besando desde hace un tiempo atrás o más bien, como si él besara a otra persona: erraba.  Él comenzó a besarla a ella y no a la ella que quería besar. Ella sintió ganas de llorar. Él lloró muy en silencio, sin lágrimas ni aire entrecortado. Ella bajó los brazos. Él se aferró a ellos. Ambos sintieron un escalofrío, más cercano al miedo que a la emoción. Ella sintió ganas de huir. Él, la apretó contra su cuerpo. Ella movió el suyo, incomoda. Él, como tratando de no ser descubierto, fue finalizando el beso; en realidad quería ser descubierto. Ella se sintió descubierta, pero descubierta en qué, si nunca había ocultado nada. Él se sintió frustrado, atracado. Ella lo miró, como reclamando la falta de una comprensión que no llegó ni llegaría. Él quiso gritarle que estaba cansado de esperar. Ella sabía que nunca iba a terminar la espera. Los dos se gritaron en silencio, se lamentaron, se odiaron y se quisieron sin decir nada, sin siquiera mover el cuerpo. “Hasta aquí”, pensó él, consiente de querer lo que no podía, de esperar un momento que sólo existiría en su imaginación. “Hasta aquí”, pensó ella también. Pero ambos mentían, porque más allá del dolor acumulado -tristes seres humanos- temían más que a cualquier cosa, a estar solos.

viernes, 20 de abril de 2012

Serenata (relato)


El alcohol no dejaba de circular entre el estrepito de las risas, la voz de un mal cantante de covers de rock en el escenario y la mano de Micaela en la entrepierna de Santiago.

Las luces y los grados etílicos hicieron lo que debían hacer. Poco a poco fue desenfocando. Si alguien hubiera tomado una foto, hubiera salido con los ojos casi cerrados. Otra cerveza.

Antes de concluir esa ronda, Marcela corrió al sanitario. Si esta historia se tratara de ella, entonces habría que contar como después de vomitar y pasar las siguientes 3 horas llorando, se dio cuenta de manera trágica que para la vida no hay planes que nos libren del azar. Pero no es su historia.

Lo que es cierto es que el incidente de Marcela terminaba ya con el ambiente festivo que rodeaba a aquel grupo de amigos, cada uno imprescindible para su subsistencia.

Lo siguiente, fueron las otras tres mujeres entrando a los baños para auxiliar a la que se encontraba en problemas. Los preparativos del caso iniciaron. Los hombres discutían, quiero decir sorteaban, la función que tendrían en los momentos siguientes. Joel sería el encargado de llevar a la enferma a casa y disculparse con sus padres. Juan Pablo llevaría a Fernanda y Marisol a sus departamentos.  Santiago se encargaría del auto de Marcela y por supuesto, se llevaría a Micaela, su pareja desde años atrás, previo pago de la bebida y de los daños que habían causado. Por supuesto, no era la distribución más inteligente, pero estaban tomados.

Antes de partir, Santiago utilizo el mingitorio, apoyando su mano en la pared de forma poco higiénica, pero práctica cuando se busca guardar el equilibrio. Ofuscado por la cerveza y el ruido, regresó a la mesa, se tiro en uno de los sillones  que la rodeaban, se llevo las manos a la cabeza y mientras sus dedos entraban a su cabello la nombró suspirando: “Nathalia”.

(El estruendo desapareció por un momento en la cabeza de Santiago. Cerró los ojos. La lucidez se hizo presente. Respiro profundo, antes de regresar al mundo real de golpe.)

El contenido de un vaso casi lleno de cerveza se estrello en su cara al tiempo que en el bar se escuchaba un femenino y fuerte “¡Pendejo!” que exclamaba enfurecida Micaela.  La palabra resonó en el interior de Santiago, como si el la estuviera pronunciando, quizá porque en su mente era él el quien lo hacía. Allí se cambiaron los planes. Micaela prefirió acompañar a la enferma. Las dos lloraban, mientras Joel intentaba consolarlas. Los demás seguían lo acordado y Santiago quedo solo.

Solo, condujo hasta encontrar el estacionamiento de un centro comercial y allí abandonó el auto. Caminó. Caminó mucho y sintió que todo estaba mal. Estuvo a punto de llorar. Por cualquier cosa, por su mal trabajo, por Micaela o por su gato. Pero sintió que no era sincero. Subió a un puente peatonal y miró hacia abajo, donde miles de automóviles aún recorrían la ciudad buscando llegar a casa. Vio como se acercaba un ciclista con un chaleco reflejante, luces y un casco que lo hacía parecer extraterrestre. Le dio algo de gracia y entonces se le escapo una lágrima. Volvió a suspirar y entonces repitió una vez más su nombre: “Nathalia”.

Bajo después, corriendo, aquel peatonal y se dirigió a casa sin el auto. Pagó a un taxi que lo dejó en la puerta. Cuando abrió, encontró una pequeña extensión de aquel bar: Juan Pablo, Marisol y Fernanda bebían latas de whisky con refresco en su sala. Los tres le dirigían miradas solemnes, con dejos de la tristeza infinita de quién se dirige a dar la peor de las noticias.

Lo conminaron a sentarse en su sillón. Una vez sentado, conmovido, esperando lo peor, estallaron las risotadas. El alcohol volvió a circular.

La plática se reanudo entre reclamos, preguntas y sobre todo, burlas. La música comenzó a sonar, por sugerencia de Fernanda.

Mientras Santiago se sinceraba y los demás escuchaban, se fueron colando algunas letras de las peores canciones existentes, hasta que todos se encontraron cantando. Hasta que tocaron la puerta los vecinos pidiendo de la manera más respetuosa que se callaran.

Marisol, la más cursi del grupo, sugirió una serenata de reconciliación en casa de Micaela, o de Marcela, en caso de que allí pasara la noche la ofendida. O de Joel, secundó Juan Pablo y todos se rieron de la broma. No sabían que en efecto, Micaela dormía a esa hora con el susodicho.

Fernanda saco una guitarra y la desempolvo, Marisol encontró un pandero de cuando Santiago fue niño y miembro de la banda de guerra de la primaria Benito Juárez (mismo nombre de unas 2 mil primarias más) y salieron al coche afinando, según su borrachera, las gargantas.

“Perdón, vida de mi vida”, dio paso a “de que manera te olvido, si te miro en cualquier gente” para convertirse en “el ultimo trago”, mientras Juan Pablo conducía las notas pasaron a “ojala pase algo que te borre de pronto” y “que terriblemente absurdo es estar vivo... sin tu latido”, para aventarse en el ultimo tramo “me equivoque contigo”. Cuando llegaron, se arrancaron con “Si nos dejan” y “Deja que salga la luna”. Sonaron horrible. La mitad de los vecinos se lamentaba y la otra mitad se las mentaba, aunque casi todos terminaron riendo ante aquel grupo de borrachos tratando de recordar la letra de las canciones, errando de vez en cuando y errando en todas las notas.

Se encendió la luz y se abrió la ventana alta de la casa rosa. Y ante la sonrisa cómplice de los amigos, las últimas notas de una guitarra a la que le sobrevivían 4 cuerdas y el último movimiento de un pandero, se dejo ver la figura adormilada, desaliñada, algo avergonzada, pero siempre feliz, de Nathalia. 

martes, 3 de abril de 2012

Programa Amig@s de Aragón: auxiliar niños para preparar su futuro

Por Jorge Alonso Espíritu

Tienen alrededor de 10 y 11 años, pero ya se sienten universitarios. Dos veces a la semana, al salir de la primaria, realizan sus deberes con mayor rapidez y se alistan para dirigirse a la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón, donde los estereotipos de la educación tradicional serán suplidos por un modelo de aprendizaje a través de la convivencia y los lazos humanos entre pares y con estudiantes del nivel superior.

Por ello, es común encontrarse, a partir de las 4 de la tarde, a niños y universitarios jugando con una pelota de plástico o realizando la tarea de los pequeños.

Se trata del programa Peraj, que alrededor del mundo busca auxiliar a los niños de quinto grado de primaria, poniendo en marcha un binomio tutor/amigo dentro de las instituciones de educación superior.

Uno de los mayores problemas de las zonas urbanas populares, es la pérdida del valor simbólico de la educación propiciada, en buena medida, por la desintegración familiar o un distanciamiento, desde leve hasta total, con las personas que forman ese círculo. La necesidad de modelos a seguir, entonces, provoca distorsiones en la conducta de los menores, con miras a lograr ser lo que la figura admirada es.
En la colonia Impulsora, del municipio de Nezahualcóyotl, estos estereotipos están bien definidos. Los niños quieren crecer y tener dinero, una motocicleta, en el mejor de los casos un automóvil y una pareja en el caso de las niñas, o muchas mujeres en el caso de los hombres. Estudiar y superarse a través de esa vía, ya no es tan importante, según nos confía Doña Guadalupe, quien desde hace cuatro años vive en el lugar.

Es el retrato superficial del lugar que la FES Aragón eligió para poner en marcha el programa Peraj-Adopta un amig@.
“Muchos niños vienen con problemas psicológicos como baja autoestima, inclinación a la agresión o tendencias depresivas. Aquí se encuentran con un ambiente más amable, al que no están acostumbrados. Aquí intentamos eliminar esos problemas, aunque no se logre al cien por ciento. La razón es que muchos de esos problemas tienen mucho tiempo y vienen desde casa”, declara Rosa Iris Cuamatzi Torres, coordinadora del proyecto dentro de la facultad. Además, señala que los padres de familia también  reciben apoyo en forma de pláticas complementarias al trabajo con los niños.

Los tutores
En el segundo año que se  implementa el programa dentro de Aragón, 55 tutores participan ayudando a igual número de niños, al tiempo que cumplen con su servicio social. A esto, hay que agregar una ventaja más: la posibilidad de acceder a la beca Peraj-PRONABES, que brinda apoyo  económico a los estudiantes que forman parte del proyecto.

Con ello, los alcances del sistema Peraj se extienden. Hace menos de 10 años, Israel tomaba la iniciativa y comenzaba el sistema binómico de Adopta un niñ@, con un total de 10 tutores. Se espera, que para el próximo ciclo escolar, esta cifra se haya multiplicado hasta alcanzar los casi 6 mil tutores en poco más de 20 países alrededor del mundo.
En el caso local, se espera que el programa se extienda en popularidad. Hoy, son dos las  licenciaturas que más jóvenes aportan: Pedagogía, y Comunicación y Periodismo. Sin embargo, “Amig@s de la FES Aragón” está abierto a todos los aspirantes de cualquier carrera.

Una invitación especial, es la que se hace a los hombres del plantel. El motivo, es que la mayor parte de los tutores son mujeres. No sólo sucede en Aragón, de hecho, del 100 por ciento de participantes, el 70 por ciento son  mujeres. Aún así, los hombres que participan han demostrado tener grandes aptitudes en el trato con menores.

Para que el binomio funcione, la coordinación del programa realiza pruebas psicológicas a niños y tutores. Estas pruebas sirven para seleccionar a los jóvenes que prestaran su servicio social, para detectar problemas y necesidades de los niños y también para encontrar al binomio perfecto o al menos, uno muy cercano a ello, que permita un trabajo funcional.

En la mayoría de los casos, se logra una vinculación muy especial entre las dos personas que al corto plazo mejora el rendimiento académico de los infantes y al mediano y largo plazo, evita la deserción escolar, amplía los horizontes y las expectativas de vida de los participantes y se contrarrestan  las influencias negativas recibidas en su entorno.

Los valores aprendidos o reaprendidos, deben servir para forjar un camino diferente en los niños y por ello, la base del Peraj, no es la instrucción académica, sino la orientación hacia actitudes sanas en el ámbito personal, escolar y sobre todo, en el social.