viernes, 24 de junio de 2011

Si pudiera, pintaría Puebla con todos los colores: Pepe Gracmor, diseñador


Por Jorge Alonso Espíritu
Publicado completo en e-consulta
José Luis Gracia Morales es un joven diseñador gráfico. Su joven carrera ha sido por lo menos sorpresiva en el ámbito de la gráfica poblana. Así fue, para muchos, encontrar su nombre entre el de personalidades con la carrera del Maestro José Lazcarro, el Maestro Didier Mayés o la artista Cecilia García Amaro, en la exposición Corazoles. Así fue, incluso para él, cuando el año pasado la firma José Cuervo eligió su diseño de botella conmemorativa como el ganador entre cientos de propuestas de todo el país. Conocido como Pepe Gracmor, charló con el reportero en exclusiva para los lectores de e-consulta.

-o-

Ganó el concurso de José Cuervo, pero su bebida favorita es el agua de frutas. Su trabajo ha sido expuesto en museos, pero también ha diseñado y pintado murales en la vía pública del barrio de Xanenetla. Su joven carrera se encuentra en acenso, pero no cuenta con un taller o un estudio.

Hablar con Pepe Gracmor es, al final de cuentas, ir descubriendo aparentes contradicciones que en su persona parecen mandar un mensaje claro: no se puede ganar si no hay esfuerzo.

Con la ausencia de alguien que le heredara un apellido con prestigio artístico, Gracmor inició, como cientos de chavos en la ciudad, en el dibujo hecho en los cuadernos escolares. Su vocación en la época de educación básica fueron los comics y, su influencia, Stan Lee y Steve Ditko, creadores de Spiderman.

El siguiente paso, también cercano al de tantos jóvenes, fue el grafiti. Con 15 años y la adolescencia encima, descubrió la adrenalina que provoca pintar paredes, pero fue allí donde se acercó más a la gráfica, aproximándose al grafiti brasileño, francés y de Nueva York, y con ello descubrió las posibilidades de expansión del arte urbano. La experimentación de tipografías y estéticas influyeron en la formación de Gracmor hasta llegar al día de hoy, cuando la caligrafía es uno de sus puntos fuertes. “Hay oportunidades para todos”, afirma.

El aprendizaje, según piensa, parte de la curiosidad y de una vocación de investigador, para él, el acercamiento a la cultura maya fue fundamental. “Siempre hay que aprender cosas, ser muy observador, leer mucho.”

Trabajar en Xanenetla. Puebla Ciudad Mural

Haciendo uso de las redes sociales como herramienta de la sociedad, el Colectivo Tomate convocó vía Facebook a un grupo de artistas a intervenir el barrio de Xanenetla. Entre los elegidos se encontraba Pepe Gracmor, quien aceptó gustoso, según cuenta, por lo admirable del proyecto, que contemplaba arreglar casas, revocar fachadas y en suma, dignificar el barrio a través del mural en las paredes de las casas.

Que la gente acepte que un grupo de jóvenes pinten sus casas es un trabajo difícil, pero a decir del Colectivo Tomate, una vez que vieron los resultados, los vecinos se comenzaron a animar. En el caso de Gracmor, el diseñador descubrió que el abuelo de la familia cuya casa intervino era quien hacia los Judas para el barrio, así que el dibujo en la casa rosa, está basado en ello.

Lo anterior confirma una de las observaciones de Gracmor. “Estamos llenos de tradiciones, de color. Lo popular brinda muchas ideas. Sólo hay que ver los toritos, las piñatas, la talavera. Es algo muy poblano y llamativo, nos da identidad.”

.....

¿De qué color es la ciudad de Puebla?

“No sé de qué color es, pero si pudiera, la pintaría de todos.” Dice, al tiempo que sonríe y muestra al reportero parte de su trabajo. Sí, allí, como en la vida de la ciudad, hay muchos colores.

-o-

Para contactar a Pepe Gracmor pueden visitar su página en www.ppgracmor.blogspot.com o su perfil en Facebook

jueves, 23 de junio de 2011

En Puebla, tercera bicicleta fantasma en menos de 100 días

Por Jorge Alonso Espíritu
La cuarta bicicleta fantasma, en honor a un ciclista muerto en un percance vial, fue instalada la noche de este miércoles en el cruce de la 14 Oriente y el Bulevar Vicente Suarez, por miembros de los grupos ciclistas de Puebla.

La bicicleta, pintada en su totalidad de pintura blanca, es la tercera que los ciclistas poblanos intervienen en un lapso de 100 días, si bien, una de ellas no ha sido colgada, por tratarse de la que recuerda a un hombre que murió en el Periférico.

En la protesta, miembros del colectivo Bicidentes, quienes encabezaron el evento, recordaron que en Puebla es tarea pendiente la modernización del reglamento de tránsito para incluir la figura del ciclista, como ya ha ocurrido en el Distrito Federal. Asimismo, dijeron, sigue faltando infraestructura, sobre todo en aquellos puntos donde circulan más ciclistas, como el lugar del accidente, donde cientos de ciclistas, en su mayoría obreros, circulan cada noche.

Además, se recordó el caso de Santiago Fernández, quien fue atropellado en el mes de mayo por el Subdirector de vialidad y que, a día de hoy, se encuentra con un severo problema a nivel cerebral. Los asistentes repudiaron que en ese caso no se haya hecho justicia, por tratarse de un funcionario.

En esta ocasión, se hizo énfasis también en la cultura vial de los ciclistas. “Hay que respetar nuestra propia vida. Cuando circulamos en la calle es nuestra vida la que está en juego. Debemos conocer las precauciones que se deben tomar en la calle y respetar las leyes de tránsito, para poder exigir que los automovilistas respeten nuestra integridad.”

En el lugar, fueron instaladas también un cartel y veladoras en memoria del finado Gerardo Gaspar Rodríguez, quien falleció el 13 de junio con 29 años de edad.

jueves, 16 de junio de 2011

2 años de El Mate: Sazón argentino en el corazón de Puebla


Entrevista a Ariela Carrasco




Por Jorge Alonso Espíritu (Periodista en bicicleta)







Como en la novela de Luis María Pescetti, El ciudadano de mis zapatos, Ariela Carrasco llegó a México sin haberlo planeado. Como en la historia del humorista argentino, ésta mujer se encontró en un país lejano para darse cuenta de que tal vez es allí donde debía de estar, en su caso, para ser parte de la ciudad de Puebla y fundar El Mate, un pequeño y singular restaurante de comida argentina enclavado en el corazón de la ciudad, donde se puede beber la bebida sudamericana.

-o-

“El mate es una bebida para hacer amigos y disfrutar entre amigos”, dice a kartusch una mujer con una sonrisa enorme. Posteriormente, se encarga de explicarnos el ritual del mate, una bebida típica del sur de América que siempre, según enseña, debe tomarse de buenas.

Se trata de la propietaria y cocinera de El Mate, Ariela Carrasco, originaria de San Carlos de Bariloche, Argentina, quién confiesa que lo primero que pensó al llegar a México, es que había demasiada gente. Pronto, se enamoró de este país, hasta hacerlo parte de su vida.

El arribo a México

Llegué a México hace siete años, pero vine a algo muy diferente, a impartir cursos en una empresa privada. Me terminó gustando el país y ya no quise regresar a la Argentina. Pienso que seguramente una de las cosas que me trajo fue el deseo de mi mamá, que soñaba con venir a conocer México, sobre todo sus playas, pero nunca pudo venir… por cuestiones de tiempo (dice tiempo y con sus dedos hace un ademán que indica que se refiere al dinero). Ella tuvo muchos hijos y así nunca alcanza el dinero. A mí me salió la oportunidad. Nunca había pensado en salir a México y menos en quedarme, pero el pez por la boca muere. Me encantó.

Lo primero que pensé fue: “¡Son mucha gente!”, recordá que soy del sur de Argentina, pero casi siempre es gente muy cariñosa. A veces te pasa que encuentras gente mala onda pero eso pasa en todos lados, igual en Argentina, que en China y en Puebla. Lo que pasa es que aquí tenés muchas oportunidades para trabajar, hacer amigos y crecer.

He regresado a Argentina y es como ser bicho de otro pozo. Pero sabés lo que pasa, que te perdés de muchas cosas, llegás y se casó alguien, se enfermó, murió, que creció. Eso me hace sentir que mi vida ya es de aquí. Al principio te shockeas pero luego terminas pensando que la vida es así. Es como este lugar –El Mate. Al principio tenés que lidiar con los dolores de cabeza que te causa el no saber qué hacer con el estrés, pero vos tenés que seguir y decirle a la gente, “no tengo ese sabor de empanada porque no pude conseguir algo”, y la gente te comprende y eso es muy lindo.

El Mate

Desde hace bastante que estaba buscando hacer un lugar así. Porque a mis amigos les gusta mi sazón. Cuando dejé de trabajar en la empresa a la que vine, busqué un lugar y encontré éste. Sentí como que me abrazó; que eso tenía que pasar, no fue algo forzado. Abrimos en junio hace dos años.

Día a día los amigos van llegando y las cosas se van dando, El Mate es como si fuera una persona y yo lo trato como tal.

Al principio uno no conoce la cosa, pero para mí el mate no es sólo un negocio, es algo más. Como tener un hijo, hay que tratarlo así, cuidarlo, ponerle amor y no sacarle el dinero. Cuesta un montón y es de a poco, porque yo hago todo, desde seleccionar los ingredientes, cocinarlos, servir. Y por eso la gente regresa, porque así sabe mejor.

La gente que toma mate es gente muy natural y muchas veces ecológica; porque la yerba no tiene conservadores. La gente que viene es gente sencilla, a la que le gustan los animales, las plantas, leer, y sobre todo gente alegre que le gusta charlar y reírse de cualquier cosa, porque aquí charlamos y nos reímos, a veces contamos chistes o estamos viendo la tele y nos reímos de lo que dicen allí. La gente viene a compartir un ratito y eso es muy bonito porque como yo no tengo familia de sangre aquí me hace sentir bien. También por eso hago esto

Lo que yo hago aquí son alimentos que me recuerdan un momento bonito, por ejemplo, los ñoquis, que allá se hacen el 29 de cada mes, me recuerdan a mi mamá. Todos los platillos que se sirven, tienen la receta y el sazón de lo argentino. Y cocino con gusto, porque los olores me hacen sentir bien. Además todo lo hago con las manos, no utilizo otros instrumentos y el resultado es algo sincero y bueno. A la gente le gusta el mate porque es una bebida que se hace con las manos.

Es difícil porque tenés que invertir mucho dinero en traer las cosas desde Argentina, además de todo lo que hay que pagar aquí. Pero se ve el resultado en que los chavos vienen y van allá arriba y charlan por horas tomando mate y eso es algo bonito. El mate es una bebida para hacer amigos.

¿A qué sabe y a qué huele la ciudad de Puebla?

Puebla es una ciudad muy interesante. Me gusta mucho. Puebla sabe a pasado, a historia y a mucha gente, gente que ha pasado por aquí, pero gente que viene de todos lados. Debe ser porque Puebla es un lugar muy estratégico donde tienen de todo, todo hay cerca.

Me gusta ir a los mercados, conocerlos, porque allá no hay. Soy simple, no me interesa aparentar por eso me gustan los parques, los olores de donde hay pasto y tierra… me gusta ese olor. Me gustan las cemitas con pápalo y los jamoncillos.

Mi familia en Puebla son mis amigos que gracias a Facebook y al teléfono está cerca. Gente que a veces pasa al Mate nada más para saludar, aunque no consuma nada. Y va trayendo más y más amigos, gente que le gusta comer buenas cosas, pasar un momento agradable.

-o-

Como en la novela de Pescetti, de vez en cuando Ariela tiene la sensación de no ser de un lugar, ni del otro. Pero a diferencia de Santiago, el personaje principal del libro, ella tiene una certeza: escogió a México como patria adoptiva, pero cuando juegan las selecciones, le va a Argentina.

El Mate, se encuentra en la calle 13 Poniente, número 102, en el barrio de El Carmen. Es atendido por su propietaria Ariela Carrasco.






viernes, 10 de junio de 2011

La despedida de la tribu

(2010)
25 de abril. Dos treinta de la tarde. Héctor Giménez anota su segundo gol en el partido, su segundo gol en el torneo, apenas el decimo gol de su equipo en 17 jornadas. Un autentico golazo. Recibe de pechito de espaldas al arco, afuera del área, voltea y sin que caiga el balón lo proyecta; el portero del equipo con menos goles en contra en un torneo sólo puede ver el balón en su camino a la portería.

Pero para entender mejor este gol hay que ir más despacio. Nuestra historia ocurre en Ciudad Juárez, esa ciudad insultada una y otra vez por el narco, por el gobierno y por las empresas transnacionales que llegaron con sus maquiladoras.

Los protagonistas podrían ser muchos. Los padres de los muchachos que fueron masacrados en Villas de Salvárcar en febrero pasado, las mujeres muertas y abandonadas en el desierto o los periodistas huyendo al otro lado de la frontera para salvar su vida. No es así. Se trata del equipo de futbol “Indios” y no se trata de la final de un torneo o cosa semejante.

La situación es menos espectacular y por tanto, más memorable. Para la jornada 16 del torneo bicentenario, “la tribu”, como llaman a los Indios de Ciudad Juárez, ya estaba descendida.

En Juárez, donde las estadísticas solo sirven para enojarse, las estadísticas del equipo de futbol local solo indicaban algo: el equipo no funciona. En cualquier lugar del país esto significaría un estadio vacío. En juaritos no. Tal vez porque los juarenses entienden como nadie el valor del deporte. El verdadero.

Porque para explicar el estadio lleno en un partido donde los puntos dejan de importar hay que saber al menos tres cosas. 1- El año pasado más de dos mil personas perdieron la vida en Juárez por la lucha contra el narco, este año el índice se ha superado. 2- Esta urbe norteña es por segundo año consecutivo, la ciudad más violenta del mundo. 3-Los domingos, cuando los Indios juegan en el estadio Benito Juárez, los índices de violencia bajan hasta casi tocar el suelo.

¿Cómo funciona un equipo deportivo en la ciudad más violenta del mundo? Habría que preguntarle a Cirilo Saucedo, portero del Tigres quien en un error de prensa fue declarado muerto por ejecución. O hablar con Andrés Chitiva, el mediocampista colombiano que fue amenazado con el secuestro de su hija. Tal vez deberíamos preguntarle a Pedro Picasso, ex entrenador de los juveniles de Indios, pero él ya no puede hablar, fue baleado el 18 de diciembre pasado.

Por eso el 25 de abril a las dos con treinta de la tarde, el golazo de Giménez supo a gloria. Porque la afición nunca abandonó al equipo, como el equipo nunca abandonó la ilusión, esa ilusión que no se limita a ganar un torneo, va más allá. Es la noble ilusión de tener una mejor sociedad, que se refleje en su equipo de futbol, pero también en sus jóvenes y en su propia cultura.

Afición y tribu, entendieron que el futbol es un deporte, es diversión, belleza. Y se entregaron hasta el último partido, cuando para muchos no había nada que esperar.

Deberían entender esto todos nuestros jugadores. Deberían entenderlo las porras del Querétaro y el Tigres, que fueron sancionadas este torneo por violencia en las tribunas; la porra del Puebla, vigilada por la policía local; y también los jugadores de Chivas y América, que acostumbran terminar en bronca. Deberíamos entenderlo todos y así no tendríamos que declarar eventos de alto riesgo partidos como el Pumas-América. Sobre todo, debería entenderlo así el gobierno, empeñado en menospreciar las manifestaciones artísticas y deportivas.

Que fiesta la última victoria de la tribu. 2-0 a la mejor defensa del torneo, la del Pumas. Que conmovedor ejemplo de la gente de juaritos.

Tenían razón los jugadores de Indios cuando al salir a la cancha mostraron una lona despidiéndose con las palabras:

GRACIAS A LA MEJOR AFICION: CIUDAD JUAREZ

sábado, 4 de junio de 2011

Lecciones de ciclismo III: Quierete


El día de ayer estuve departiendo en un karaoke con bueno amigos y otros que no lo son tanto pero con los que igual me divertí. Entre canciones de Cerati, Jiménez y de otros que no vale la pena mencionar, como fumador pasivo, me fui llenando de humo de cigarro que activó una añeja migraña, cuyos peores años han pasado.

El horrible dolor de cabeza me hizo recordar que fue justamente ese, uno de los motivos que me hicieron acercarme a la bicicleta. Me explico. Asistía a la primaría por las mañanas y mi padre trabajaba desde entonces en el taller que montó en Héroes de Puebla. A mí me tocaba llevarle la comida, que se preparaba en mi casa en la Margarita. Para tales fines existían varias rutas, todas igual de terribles: el Zaragoza era un guajolotero que olía peor de lo que dolían los saltos que daba, el Jaguar era esporádico y cuando pasaba se caía a pedazos; la 49 era vieja y la conducían viejos desaliñados que mantenían en las peores condiciones la unidad, y la 21 eran viejas combis de las casi extintas VW. En todas las anteriores estaba permitido fumar, por lo que todas me mareaban, me daban jaqueca y, en el peor de los casos, terminaba volviendo el estomago.Para evitar lo anterior existían dos posibles soluciones: caminar o ir en bicicleta. Opte por la segunda.

Los tiempos cambiaron y el transporte público también. El aumento al pasaje obligó a los transportistas a mejorar la situación, modernizar las unidades y sobre todo, prohibir el tabaco en el interior de ellas. La verdad es que siguen estando de la fregada. No acabo de entender porque la Secretaría de vialidad les permite, por ejemplo, circular a las vans con pasajeros de pie. Regularmente los que medimos mas de metro y medio vamos doblados y, hay tanta gente que cada viaje parece una orgía de llegues, por decirlo de la forma menos guarra posible. Evidentemente tal escenario es de un peligro bárbaro, sobre todo si añadimos que los choferes rara vez conducen a la velocidad permitida. Pero bueno, la verdad es que sí se porque y, a la luz de los acontecimientos recientes -el subsecretario de vialidad atropello a un colega ciclista luego de rebasar por la derecha- nada me sorprende.

Yo soy una de esas personas que sufren en serio cuando de subirse a una micro, camión o van se trata.

-o-

El gobierno federal, en uno de sus pocos aciertos, aunque ensombrecidos por otros tantos errores, inició una campaña de publicidad en contra de la obesidad y la mala alimentación. Precedida por una serie de carteles lamentables, (la campaña “si comes mucho, te puedes morir” exhibía alimentos que mas que quitar las ganas de comer, antojaban al receptor las tortas calientes típicas del DF o los vistosos cocteles de helado que combatía) la nueva propuesta incluye -aunque de forma tímida- la que para mí, es la única forma de inhibir las malas conductas: cambiar los símbolos que afirman que exitoso es quien se comporta de forma contraria a la sana. “Convive con gente saludable”, afirma el nuevo spot.

Por supuesto el fin mayor de lo anterior, es solidificar la autoestima que parece que los mexicanos tenemos más abajo de lo que están nuestros yacimientos de petróleo. Pero encontrar esa autoestima, de pronto, parece más difícil que encontrar nuevos de los últimos.

Curiosamente, una de las formas más eficaces de trabajar para elevar la autoestima, es la práctica de ejercicio. Las hormonas que se segregan durante la actividad física tienen la nobleza de hacernos sentir mejor integralmente. Ésto es, física, mental, interior y hasta espiritualmente. Como un círculo virtuoso. Basta con probarlo una vez.

Y por supuesto, la bicicleta, después de la natación, es uno de los deportes más completos que existen, además de lo divertido que es. La bicicleta es, dicho en otras palabras, una forma de quererte. De querer estar sano, fuerte, completo, en paz.

Suena bonito. Y lo es. Al poco tiempo de iniciar con la pedaleada el lector notará como los músculos comienzan a tonificarse, el sobrepeso empieza a ceder, se vuelve más sencillo realizar trabajos intelectuales y, lo más importante, el humor mejora. Sólo se trata de quererse un poco.

Pero claro, eso de quererse implica también protegerse. Sobre todo para quien como yo, vive en una ciudad. Lo primero es practicar en lugares seguros, si es que aun no se domina el manejo de la bicicleta. Si es el caso contrario, nunca hay que olvidar que la ciudad no está hecha para la gente, por más que nos duela aceptarlo. Conducir a una velocidad moderada permitirá -como debería ser con los automóviles también- maniobrar en situaciones de peligro.

A esto hay que añadir el uso de casco, el mantenimiento de los frenos, el acomodo del asiento y siempre, siempre ser visible. Como dicen los de BiciUrbana, nadie va a cuidarte, tu vida depende, en la mayor parte, de ti mismo. Si te quieres, estás del otro lado.

-o-

Viajaba de regreso al Distrito Federal, después de una de mis visitas a mi Puebla, cuando vi algo sensacional: en uno de los camellones, sobre avenida Iztaccihuatl, casi llegando a la Tapo, un grupo de mujeres bailaba zumba. Es el tipo de cosas que cambian la ciudad.

¿Han visto la cara de hastío que regularmente se cargan quienes viajan en el transporte público? La mayoría sueña con comprarse un auto y salir de ese tormento que les significa compartir lugar con decenas de personas cada día. Pero basta un viajecillo en hora pico, atento a las ventanillas, para ver como los automovilistas que pierden horas de su vida anclados en el asiento de su coche, tienen las mismas caras de estrés y enojo, que quienes sueñan con comprarse un coche.

En contraposición, les aseguro, que casi nunca verán a un ciclista enojado (cansado sí, pues es común que los trabajadores de obra viajen en bicicleta después de duras jornadas de trabajo), salvo en aquellas ocasiones que un gandul desquita sus frustraciones atentando contra uno de nosotros. Pero esas son los menos de las ocasiones.

Estaría chido que un día toda la gente viajara en bicicleta a sus trabajos. De seguro, casi todos irían con una sonrisa y, en una de esas, elevamos la productividad y el producto interno bruto.

Pero mientras eso pasa, hagámoslo por nosotros mismos. Sólo se trata de querernos un poquito más.

Epílogo

Si por alguna razón no puedes andar aun en bicicleta, camina más. Nunca somos tan humanos, como cuando nos volvemos peatones. Práctica el ejercicio que más te agrade y tu vida ira cambiando de a poco.

Fotografìa: Eleven factory