Cuando somos niños nos cuesta trabajo entender el mundo. Cuando crecemos hay de dos, o nos cuesta el doble de trabajo o deja de importarnos.
El problema es que, se supone, entender nustro entorno debería ayudarnos a ser flelices como individuos y como colectividad, pero, entenderlo es complicado.
Esto tiene un motivo simple: No hay un mundo.
Somos hilos de una inmensa madeja que al enredarse deja ver el tutifruti de sus colores, desde el sentido mas literal al mas figurado. Pero nos cuesta trabajo entender que "nuestro" mundo NO es el mundo de los demas y por lo tanto no podemos entenderlo con las mismas formulas
No podemos pedir al lechero un metro de frijol. ¿O si?
Lo lamentable es que nuestras relaciones las basamos en este absurdo y hacemos lo mismo con la relación alfa: nuestra relación con la vida.
Cuantas veces no hemos maldecido al cielo porque no podemos entender a nuestra pareja o porque no entendemos por qué aquella persona que tanto queriamos tuvo que morir.
Eso me lleva a una pregunta basica. ¿Debemos entender todo?
No lo se.
Tengo la costumbre de al menos intentar entender los por quès de lo que me atañe. No me imagino de otra forma.
La muerte, la vida, el amor, la política, el fut bol y los dulces típicos son, sin embargo, temas tan complejos que exigen algo mas que el entendimiento, exigen pasar a ser de nuestro mundo y entonces si, podemos hablar de ellos.
Somos rompecabezas enormes, cada pedazo de mundo que se nos pega en el camino, es una pieza, no podemos evirtarlo.
Hace tiempo leia en La Vagabunda (Biblioteca ambulante) un libro pequeño titulado "Tigre callado escribe poesía". Gran tratado filosofico infantil que no pretende serlo. Solo es un cachito de asombro para este mundo que a cada paso intenta perderlo. En el, un niño se pregunta acerca de las cosas "importantes" de la vida de una formna conmovedora y simpleCómo será el mundo de complejo que nunca podemos terminar de vivirlo!
Si se animan. Está en la editorial El Naranjo
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