lunes, 18 de octubre de 2010

Extrañas historias de delincuentes en un México surrealista.

Perdón güey. Dijo el asaltante y prosiguió a devolverme el móvil.

+ Entregado al delicado placer de degustar una torta, afuera del metro Salto del agua, me percaté de que a un metro de mí, un joven sospechoso hacía lo mismo que yo. El tipo en cuestión lucía una facha que, tantito por cierto dejo de discriminación no intencional y tantito por precaución, le daba un aspecto de maleante. Sinceramente, me atemorizó un poco.

En un momento, sin que me lo esperara, pidió al tortero un par de refrescos, una Coca Cola para él y… ¿qué refresco quería yo? Yo no tomo refresco, pero… cómo evitar disfrutar de una bebida aderezada con la buena intención de aquel muchacho (que parecía asaltante). (Historia completa aquí)
+ Circulaba en mi bicicleta al salir de la facultad con rumbo a mi casa. Cometía la falta de cuidado de ir hablando por teléfono al tiempo de conducir. Era una calle tranquila y poco circulada por automóviles, de ahí mi atrevimiento. De pronto, un automóvil cuyo modelo no reconocí se detuvo frente a mí. En mucho menos tiempo de lo que tardo en escribirlo, un joven me tenía amagado con todo y navaja.

Sin ninguna intención de resistirme procedí a darle mi celular, al tiempo que me revisaba los bolsillos y amenazaba: “dame la cartera güey; dónde está la cartera”. Casi me río de él. No encontró más que cuadernos y libros y con mi celular en la mano se trepo al auto y avanzaron hasta el final de mi calle, donde un coche mal estacionado por un chofer comprando tortas les impidió el paso.

De pronto y sin una explicación completamente lógica, se echo una monumental reversa hasta alcanzarme. Perdón güey. Dijo uno de los asaltantes. Acto seguido: me devolvió el móvil

+ Los que resultaron más vivos fueron los policías del municipio mexiquense de Nezahualcoyotl. Los sujetos en cuestión me detuvieron ya hace un tiempo mientras realizaba mi entonces trabajo. Con una velocidad asombrosa –que no acostumbran en las llamadas de auxilio de los colonos- me trasladaron hasta la escuela para la que trabajaba y, claro, en lo oscurito, le sacaron dinero a la directora, aduciendo faltas al bando municipal.

Cabe mencionar que en la calle donde se encuentra la escuela hay –y son visibles, claro- más faltas al dichoso bando que elementos honestos en la dirección de seguridad. Y luego defienden las policías municipales… Chale.

Pd: Avergonzado por no conocer el bando municipal acudí a las oficinas municipales, donde pedí un ejemplar que, dijeron, no estaba en existencia. Tampoco pude obtener un reglamento de transito ni la información de a donde conseguirlos.

3 comentarios:

Kary dijo...

tus pato aventuras mor!!!!
Te Quiero <3
Ya no hables por celular en la calleee!!
jeje

Huev@!! dijo...

wow de verdad paso¿?
realmente sorprendente
q buena onda q al celular no le pasara nada XD
bueno chiko q estes bien
un abrazo y esperemos vernos pronto
atte Eva

Mejía dijo...

-cronicas jorgianas-
jeje
carnal pues cada cosa que te pasa, ojala la suerte siempre este de tu lado, se te extraña por aqui
un abrazo