The Help
2011
Tate Taylor
Somos esclavos que esclavizan. Esclavistas
modernos, del siglo XXI. Odiamos, maltratamos, atamos pero, más que eso,
tememos. Nuestro devenir se resume en el miedo a los demás y el miedo a
nosotros mismos.
La cultura sensacionalista señala, fabrica
culpables, nos vuelve jueces de los mismos delitos que ayudamos a cometer. Allí está el punto.
Un crimen horrendo es la punta de una
pirámide compuesta por miles de acciones pequeñas, medianas y grandes. Como en una
pirámide de Lego, cada acción, cada frase, cada omisión va asegurando el
sistema, en espera de la joya que corone nuestra bajeza. En espera del
holocausto.
Cada pieza del Lego es un acto
discriminatorio. La segregación nos vuelve vulnerables. Las victimas somos
todos. Se trata de una guerra donde todos estamos destinados a perder.
En la segunda década del tercer milenio,
hojeamos los libros de historia, miramos películas que versan sobre la
segregación racial y nos indignamos, sin apartar los ojos de la pantalla.
La cinta TheHelp, ambientada en los
turbulentos años 60 de los Estados Unidos, nos cuenta una historia que ya
conocemos, en voz de las sirvientas que en Mississippi se tragaban el orgullo
para ser esclavizadas por las señoras de alta sociedad.
El sistema estaba y está cerrado. Parece
que las revoluciones pasan lejos de nosotros y pasaban lejos de ellas. El
discurso de Luther King se daba a cientos de kilómetros y a años de nosotros.
Pero una breve estría en el muro puede cambiar, pudo cambiar, un poco, la forma
en que vivimos, la forma en que vivieron.
“Dios dice que amemos a nuestros enemigos”,
asevera la mujer que ha sido corrida de la casa donde servía a cambio de unos
cuantos dólares, acusada de robo, sobajada por su color de piel. Pero para amar,
hay que amar, antes que nada, en primera persona. Aunque las manos tiemblen,
aunque la voz se debilite y el miedo nos invada.
Eran días difíciles, de racismo y temor, de
muerte y odio. Y aunque parezcan haberse diluido, no hemos tirado la pirámide.
No nos atrevemos. ¿A qué tenemos miedo?
Mantenemos un lenguaje sexista y conductas
misóginas. Evitamos las relaciones con otras culturas, a las originarias, las dejamos morir de
hambre. Las iglesias demuestran su odio a las personas diferentes, desprecio a
las mujeres. La cultura menosprecia por igual a la infancia ya la vejez. La
ciudad es difícil para el peatón, imposible para los discapacitados. ¿A qué
tenemos miedo? Hay una paradoja. Los discriminados, contra nosotros (muchas
veces también segregados), avanzan; nosotros no.
¿Y que falta? La bien lograda, simple,
dolorosa, pero con buen humor, TheHelp, nos da una respuesta que suena a lugar
común, pero que se queda rondando la cabeza: atreverse. Tal vez funcione y un
día tiremos la pirámide, cuando quitemos un Lego más de la base.
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