“Las historias de gays siempre han sido contadas desde la tragedia y yo me niego a habitar la tragedia. Me niego a habitar el puto melodrama de televisa”. Me decía Ana Francis Mor, buena lesbiana y buena persona, en una entrevista que pude realizar hace unos meses.
Mucho tiene de cierto. Y, por ello, una comedia de gays se agradece. Pero la línea que separa una comedia bien hecha sobre el tema, de una burla insana, vulgar, llena de clichés y por tanto fácil, puede ser bien delgada.
A diario vemos en la televisión comercial –abierta o de paga- la exageración que ofende a la ligera y de tan ligera es pasada por alto por la ciudadanía telespectadora y menospreciada –con buenas intenciones- por la comunidad LGBTTI (aunque de todo hay aquí) .
La comedia “I love Phillip Morris” acepta el reto y pasa de puntitas y con los brazos en alto la prueba brindando al público una historia conmovedora –que no chantajista- llena de sonrisas, que no estará en todas las salas de cine del país.
La trama es sencilla pero entrañable, una historia de vida real, fascinante per se. Jim Carrey interpreta a un padre de familia bien metido en el closet, que un día, tras un accidente, decide gritarle al mundo sus preferencias sexuales. A partir de entonces comienza a vivir una vida loca, acelerada y difícil, con un vertiginoso ritmo que termina por llevarlo a la prisión. Allí conoce a Phillip Morris (Ewan McGregor, en una –para mi gusto- muy buena actuación) un hombre gay al que convierte en el amor de su vida. Preocupado por cuidarlo y tratar de estar con él el resto de su vida, pronto se dará cuenta de que sus propósitos no son sencillos y, a veces, aprender a amar, duele y también lastima.
Lo peor de “I love Phillip Morris”, es la terrible mercadotecnia en los cines mexicanos; un título de churro hollywoodense –encuéntrenla en los cines con el nombre “Una pareja dispareja-, un cartel que me recuerda la poco afortunada “Legalmente rubia” y la homofobia que entre otras cosas hará que, salvo en el DF, como es de costumbre, sufran a la hora de buscarla en su cine favorito, pues, es muy probable que no la encuentren y, en el menos peor de los casos, terminen por pedírselo a su dealer; y que por otro lado provoca la etiqueten, no entiendo por qué, en los Cinepolis como “otro enfoque”. (Sorpresa! Cinepolis ya solo la exhibe en Puebla, Tehuacan, Saltillo y Monterrey)
Si con todo lo anterior, deciden verla, debo pedir aguanten la actuación inicial de Carrey, que si bien, no es mala, me recuerda mucho Dick y Jane y cualquier otra película de él. Si aguantan se encontraran con una de las cintas más entrañables de ambos actores.
Solo me queda asegurar que, a pesar de que a momentos se torna una cinta confusa – ¿Es comedia, drama o ambas?- y en alguna ocasión refuerza algún estereotipo, seguramente será una de las más disfrutables cintas de este año y con facilidad una de las mejores comedias románticas, que no se pueden perder.
Mucho tiene de cierto. Y, por ello, una comedia de gays se agradece. Pero la línea que separa una comedia bien hecha sobre el tema, de una burla insana, vulgar, llena de clichés y por tanto fácil, puede ser bien delgada.
A diario vemos en la televisión comercial –abierta o de paga- la exageración que ofende a la ligera y de tan ligera es pasada por alto por la ciudadanía telespectadora y menospreciada –con buenas intenciones- por la comunidad LGBTTI (aunque de todo hay aquí) .
La comedia “I love Phillip Morris” acepta el reto y pasa de puntitas y con los brazos en alto la prueba brindando al público una historia conmovedora –que no chantajista- llena de sonrisas, que no estará en todas las salas de cine del país.
La trama es sencilla pero entrañable, una historia de vida real, fascinante per se. Jim Carrey interpreta a un padre de familia bien metido en el closet, que un día, tras un accidente, decide gritarle al mundo sus preferencias sexuales. A partir de entonces comienza a vivir una vida loca, acelerada y difícil, con un vertiginoso ritmo que termina por llevarlo a la prisión. Allí conoce a Phillip Morris (Ewan McGregor, en una –para mi gusto- muy buena actuación) un hombre gay al que convierte en el amor de su vida. Preocupado por cuidarlo y tratar de estar con él el resto de su vida, pronto se dará cuenta de que sus propósitos no son sencillos y, a veces, aprender a amar, duele y también lastima.
Lo peor de “I love Phillip Morris”, es la terrible mercadotecnia en los cines mexicanos; un título de churro hollywoodense –encuéntrenla en los cines con el nombre “Una pareja dispareja-, un cartel que me recuerda la poco afortunada “Legalmente rubia” y la homofobia que entre otras cosas hará que, salvo en el DF, como es de costumbre, sufran a la hora de buscarla en su cine favorito, pues, es muy probable que no la encuentren y, en el menos peor de los casos, terminen por pedírselo a su dealer; y que por otro lado provoca la etiqueten, no entiendo por qué, en los Cinepolis como “otro enfoque”. (Sorpresa! Cinepolis ya solo la exhibe en Puebla, Tehuacan, Saltillo y Monterrey)
Si con todo lo anterior, deciden verla, debo pedir aguanten la actuación inicial de Carrey, que si bien, no es mala, me recuerda mucho Dick y Jane y cualquier otra película de él. Si aguantan se encontraran con una de las cintas más entrañables de ambos actores.
Solo me queda asegurar que, a pesar de que a momentos se torna una cinta confusa – ¿Es comedia, drama o ambas?- y en alguna ocasión refuerza algún estereotipo, seguramente será una de las más disfrutables cintas de este año y con facilidad una de las mejores comedias románticas, que no se pueden perder.
2 comentarios:
"Menos peor" Jorge cuida estas frases, son incorrectas y le quitan nivel a la nota. En cuanto a las locuciones latinas recuerda utilizar cursivas, asimismo con anglisismos como "dealer" Muy buena entrada.
Ce post m'a beaucoup aide dans mon positionnement. Merci pour ces informations
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