Monterrey (y la zona conurbada de Nuevo León) es una zona de guerra. El narcotráfico y su consecuente corrupción se instalaron en la metrópoli que hace años funciona como capital financiera del país.
Ante el insulto que la situación supone para los neoleonenses, se han abierto ya muchas voces exigiendo un alto a la escalada de violencia desencadenada en el país y recrudecida en ese estado. Es natural y por demás loable que la sociedad civil de Monterrey, representada principalmente –como en ninguna otra ciudad mexicana azotada por el narco- por los estratos medios y altos, se haya organizado para manifestar en variadas ocasiones su descontento, su miedo y sus ganas de vivir en paz.
En este contexto, un perfecto escenario para manifestar el anhelo de paz de los ciudadanos suponía ser el Volcán, estadio de futbol de los Tigres, equipo representativo de la Universidad Autónoma de Nuevo León y uno de los dos conjuntos que vuelven loca a la gente de la capital. El otro conjunto, huelga decirlo, es el de los rayados, conocido simplemente como el “Monterrey”, que representa a la otra institución universitaria, la privada, el Tecnológico de Monterrey.
Ambos equipos, además de acaparar la atención de buena parte de los regiomontanos, dividen a la población en dos grandes hinchadas, sin duda alguna, de las más espectaculares del país y también, de las más apasionadas. Por eso es que el juego “Tigres vs Monterrey” o viceversa, se convierte en un espectáculo clásico de magnitudes sorprendentes, sólo comparable con el encuentro de americano de Pumas contra Águilas Blancas, aunque con características únicas.
Una manifestación social, cualquiera que ella sea, en el marco de un juego de Tigres y Rayados cobra importancia sobre todo por: 1.Tratarse del lugar donde convergen las pasiones y esperanzas de buena parte de la población. 2. Porque los equipos representan a la comunidad científica, intelectual, estudiantil, deportista y docta de Nuevo León. 3. Porque en mayor o menor magnitud, el conglomerado de hinchas felinas y rayadas supone la unión (juntos pero no revueltos) de las clases sociales del estado. 4. Porque el futbol como fenómeno social es un propio símbolo de la paz en medio de las diferencias (recuérdese el caso de los Indios de Juárez o el World Cup Street soccer). La manifestación en pro de la paz en Nuevo León, el 11 de septiembre de 2010 en el clásico regiomontano simbolizaba mucho más que la expresión de unos cuantos puntos de vista y era entones, una oportunidad que no se debía desperdiciar.
Pero el Volcán no estuvo a la altura. La Universidad Autónoma de Nuevo León nos quedó a deber. Apenas daba inicio el “emblemático” encuentro cuando en las tribunas pañuelos blancos pedían la paz y, en las afueras del estadio, la policía reportaba las primeras detenciones por gresca entre las aficiones. Luego, las mantas de “mexicanos al grito de paz” y en un disparo de Suazo… gol; Rayados 1 por nada de los Tigres. Desesperación en la tribuna… disturbios, bronca. Vuelan botellas de plástico vacías, botellas de plástico llenas, botellas de cristal que váyase a saber si contenían líquido y vuelan cartones de cerveza. Trifulca. Muchos golpes, muchas mentadas de madre. La policía no puede calmar los ánimos. Abajo la disputa es por la victoria, arriba quien sabe.
El rencor y la intolerancia se vuelven el común en la tribuna, en una vergonzosa escala de la situación del país: la violencia es la noticia, a la gente la violenta lo baladí… y si la gente no puede llegar a acuerdos en las canchas… ¿cuándo lo hará en las cosas que de verdad importan? Estúpidos.
Se ha olvidado que hay equipos que representan verdaderas instituciones, y que sus integrantes, jugadores, cuerpo técnico, administradores y afición, son parte de la propia institución. Exigimos constantemente a los Pumas de Universidad Nacional, pero Tigres, Rayados, Tuzos y Tecos no pueden olvidarse de su responsabilidad. La UANL es responsable en alto rigor por los bochornosos actos del sábado pasado y es el doble por simbolizar a una universidad pública. La UANL… al menos una parte de ella, dio vergüenza.
En el Tec, el horno no está para bollos. Ellos en primera plana han vivido la narcoviolencia y han exigido la misma paz que no son capaces de brindar en los estadios. Aun el rector nos debe la explicación del sombrío caso de los estudiantes ultimados a la entrada del Instituto.
Ambas universidades, sus representantes, nos deben una disculpa
Ambas universidades, sus representantes, nos deben una disculpa
ABRAZOS Y ESCALOFRIOS
La misma jornada, Monarcas y América, el equipo michoacano desespera, hay golpes en la cancha... bronca. Casi dos años ha de aquellos granadazos en la Plaza Melchor Ocampo de la capital que representan los broncudos.
La otra cara de la moneda. Chihuahua recién se ha alzado con la copa nacional de futbol de jóvenes de la calle y situaciones de vulnerabilidad. Sus representantes son juarenses… y han sufrido. En paz se llevó el evento que ganaron los de la ciudad más violenta del mundo y en un par de años, el mundial se celebrará en la Ciudad de México. Que sea en hora buena.
3 comentarios:
Sí tienes razónn ... que mal lo que pasó
Ahyy cada vez tengo menos formas de defender al Tec!
Hola Tigre Callado, muchas gracias por visitar el blog de mono fácil, solo quería preguntarte si sigues interesado en la camiseta, si es así puedes escribirnos a: elmonofacil@gmail.com
Gracias
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